La ceguera es terrible.
Llevamos días y días vagando por campos desolados en busca de la sombra. Una sombra alejándose de nuestro camino, y sombras que nos siguen en el mundo de las sombras.
En un cierto sentido, los demás hacen mal en estar preocupados por mi. No pueden hacerme nada, mientras no tenga absolutamente nada de miedo. La esencia de estar en el otro lado es la de la inocencia total. De otra manera no podría estar, así de sencillo
Estaba a punto de sucumbir, y de cortar yo mismo el cordón que me une al mundo de la carne cuando renació Adela. Y ese fue el verdadero peligro del que me salvó, mi Adela, de nuevo de vuelta. Las imágenes del otro mundo son eso, lo mismo que lo soy yo, cuando estoy ahí. Cuerpos evanescentes, e indestructibles, salvo por algún desconocido cataclismo cósmico.
Las imágenes de sangre, sin embargo, me afectan cuando vuelvo al mundo de la carne, y me amenazan de muchas maneras. Me dicen que tengo que volver una y otra vez, y yo siento que esa es la verdad. Y me está siendo tan difícil hacer lo que tengo que hacer, que me voy por las ramas.
Veo que Beatriz se está mostrando al fin. Le hará bien. No es bueno guardar secretos. Pero pronto estará aislada, porque es... bueno, inexperta.
Viajamos Hidalgo, Adela, yo y unos compañeros de la mano abierta, nada más. He vuelto a tener un leve contacto con nuestros amigos, los monjes tibetanos, pero ha sido tan evanescente y complicado que me supera. En algo andan, lo se, pero no he sido capaz de seguirlo.
Un yermo, anochece y el cielo parece que sangra. Todo es de color naranja. El azul se tiñe de estrellas y negrura, al otro lado. La estación espacial internacional sigue ahí, en el firmamento. Me pregunto qué habrá sido de los astronautas. Igual voy a hacerles una visita.
No, no puedo. Hoy tengo que acostarme y renunciar por un tiempo. Pero es tan difícil.
Si, la ceguera es algo terrible. Debo buscar una solución. Esta noche viajaré al poblado A de Rebeca, porque les acecha un terrible peligro.
Rebeca, estás a punto de pasar la mayor prueba de tu vida. Hoy voy a pasarte mi poder. ¡Ten cuidado! Por un lado tendrás que dominar el miedo, porque a tí también te perseguirá la sangre que tiñe el lado oscuro. Pero eso no es lo peor, tú lo sabes, sabes lo que quieres y que no tendrás tiempo de intentar. Ni lo pienses. Cuando en sueños ponga mi mano en tu frente, volveré al mundo de la carne, y hasta que liberes mi poder estaré desterrado. Hoy no sabes qué sacrificio supone, mañana lo sabrás. Hónralo y da la vista a tus compañeros. Dales ojos hasta que radar esté bien. Nosotros tiraremos con Hidalgo hasta que se cure. Pero estaremos tuertos, y en peligro, y tú, lo siento tanto, tanto, no tienes tiempo de vagar y vagar en busca de tu amado.
Por lo menos te quedará una cosa. Piensa esto: que lo que te dije es algo más que un mero consuelo. Y que existe la posibilidad de que un día volváis a encontraros.
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